Esperanza, expectativas y ganar la lotería

La mayoría de la gente sabe que la lotería no es un buen plan de inversión. No es racional invertir grandes cantidades de dinero en billetes de lotería, porque es casi seguro que perderá por mucho dinero que gaste en la gasolinera o en la tienda.

Sin embargo, comprar uno o dos billetes de lotería es bastante racional. La mayoría de nosotros no jugamos a la lotería como una inversión en algo que no sea soñar. Durante unos minutos después de comprar el billete y antes de rascar los números, o incluso durante unos días si los números ganadores no se anuncian hasta más tarde, tiene la oportunidad de pasearse con un sueño en el bolsillo.

Usted no espera ganar la lotería. Sabes que las probabilidades son astronómicas, así que cuando te enteras de los resultados, apenas te sientes desolado. “Oh, bueno” dices. “Supongo que hoy no dejaré mi trabajo”

Pero en tu fantasía de la lotería, en la que pasas unos breves momentos pensando en cómo sería recibir ese cheque de gran tamaño, tú esperas que así sea. Tu esperanza no se basa en la racionalidad, pero eso’está bien. La esperanza es una elección. Sólo la esperanza tiene valor.

El resto de la vida no es tan simple como pensar en nuestras probabilidades con un solo billete de lotería. Sin embargo, comprender la diferencia entre las expectativas y la esperanza puede ayudarnos a: a) tomar mejores decisiones, y b) hacer las paces con los resultados de esas decisiones.

Dejar de lado las expectativas es casi siempre una buena idea. Si no tienes expectativas, rara vez te sentirás decepcionado. Por supuesto, no siempre puedes dejar de lado las expectativas. Sigues esperando que tus amigos sean buenos amigos, no esperas que te roben cuando vas por la calle, e incluso puedes esperar que la mayoría de la gente sea buena. Aun así, cuanto más puedas desprenderte de las expectativas, mejor.

Sin embargo, dejar de lado la esperanza es una historia totalmente diferente. De nuevo, la esperanza es una elección. Nadie puede quitarte la esperanza. Puedes esperar que te toque la lotería aunque no lo esperes.

También puedes esperar milagros. Puedes guardar tus esperanzas dentro de ti, a salvo de cualquier daño, y traerlas a la mente siempre que quieras. Porque si esperas algo sin esperarlo, no te sentirás desolado cuando pase el tiempo y no ocurra, pero sigues guardando espacio para ello en tu corazón. Esta elección, por sí sola, tiene valor.

Saber cuándo esperar y cuándo esperar—y cuándo dejar ir ambos—es el desafío central de ambos estados del ser. La respuesta a esto es la sabiduría, y la sabiduría no cae del cielo. Para adquirirla, es necesario tener experiencia en la vida, incluidas las experiencias negativas, como el dolor y la pérdida. No son el tipo de experiencias que se buscan activamente, por supuesto. Pero cuando te encuentran, puedes aprender de ellas.